miércoles, 6 de mayo de 2009

Esperas


Y prendí uno atrás de otro… ninguno de los cigarrillos parecía llenarme… después me di cuenta que no era lo que necesitaba… un poco tarde tal vez, porque ya había fumado como diez… me costo darme cuenta… sentía frío en los pies y mi cara estaba totalmente quieta… como paralizada.

Sabia que nada de lo que estaba por ahí cerca me iba a hacer bien… pero ya me había cansado de mendigar… es como escuche una vez: “no hay que andar pidiendo que lo quieran… hay que buscar quien es el que lo quiere”… pensaba eso y me sonreía… a lo mejor no lo había escuchado y sólo se me había ocurrido… no se… pero servía igual.

No tenía ganas de moverme… hacía como dos horas que tendría que haberme acostado, pero no tenía ganas de pararme, el sillón era cómodo… me hubiera recostado en el, pero la pila de cosas que tenía encima me lo impedía. Mire las cosas con intención de correrlas y me arrepentí ahí nomás, no valía la pena, al otro día las iba a tener que juntar del piso y creo que eso era peor.

Ya se me estaba terminando el cigarrillo y yo seguía esperando que el aire fresco de afuera trajera tu perfume… ja… “esas cosa no pasan”- pensé… y apague el cigarrillo.
Cerré los ojos y apareció tu cara, como si estuvieras ahí… me quedé un rato mirándote, no se para que, sabía que solamente era un recuerdo, pero parecía tan real, hasta me daban ganas de acariciarte.

Abrí los ojos lentamente, como esperando que realmente estuvieras acá, o tal vez saludándote, porque sabía que no estabas acá. Me paré y volví a poner la misma música de todos los días, otra vez, los vecinos debían pensar que algo raro me pasaba… ja!, la verdad era lo que menos me importaba, sabía que si escuchaba eso algo dentro se sanaba.

Por momentos un punto fijo se adueñaba de mi mirada y me humedecía los ojos, por suerte siempre fui fuerte, entonces nunca se terminaban de mojar, aunque creo que hubiera sido bueno en ese momento dejarlos que hagan lo que querían, de todas formas ya no eran míos; te los había regalado alguna noche de verano, fresca y húmeda viendo las estrellas. Otra vez una sonrisa irónica cruzaba por mi rostro.

Todo el tiempo pensaba… que seria si no te hubiera conocido, seguro que a esta hora ya estaría durmiendo, en tranquilidad, soñando cualquier cosa, o nada. Ahora solo soñaba con vos, con vos en todos lados, con vos en ningún lado, vos conmigo, vos sin mi, vos de frente, llegando, vos de espaldas yéndote; y otra vez se me humedecían los ojos.

Ya había decidido no buscarte más… pero la espera era larga y difícil. Los días pasaban lentamente y los cigarrillos eran siempre pocos, ya nada era lindo, divertido, rico, dulce o salado, todo me daba lo mismo, después de que pasaste por acá nada importó más. Solo te quería a vos.

Me imagine la expresión de mi rostro en ese mismo instante y simplemente cerré los ojos y me quedé esperando… esperándote…

3 comentarios:

  1. A veces me pregunto que hubiese pasado si de tanto esperar, volvía. A lo mejor no lo dejabas volver. Es la eterna contradicción humana. A los duendes también nos pasa, a mí, la gente me mira feo. Seré yo?

    ResponderEliminar
  2. Por qué te mira feo la gente?

    Por ser duende?

    Y, cuál es tu contradicción?

    ResponderEliminar
  3. Creo que es por ser duende que me miran feo, aunque después de tantos años hemos sido aceptados por la sociedad como seres vivos comunes y corrientes. La verdad es que no sé bien por qué me miran feo, Ricardo dice que es porque mis propios miedos atacan a la gente desde las raíces de los árboles.

    ResponderEliminar