jueves, 30 de abril de 2009

La Celda Invisible

Mis brazos y piernas hacían fuerza para afuera y sin embargo no podían romper el plástico que las apretaba… mi cuerpo pedía a gritos escapar de esa prisión transparente… podía sentir como mis pulmones se esforzaban para cumplir su función… para llenarse de aire… para que no muriéramos… ni ellos ni yo… para que todo siguiera acá… para no dejar este lugar… este bello lugar… yo luchaba y pensaba… algo que me costaba mucho… porque el miedo me impedía ser razonable… la intranquilidad había ocupado demasiado espacio en mí como para poder armar un plan que me permitiera escapar… solo podía pensar en zafarme… en romperlo… en estar libre de nuevo… y eso no me llevaba a ningún lado… seguía dando vueltas una y otra vez sobre las mismas premisas… y ninguna era la correcta… ninguna era lo suficientemente sana como para llevarla a cabo… todas daban como resultado la autodestrucción… todas destruirían una parte de mi… algunas podían ser menos dolorosas, otras mas… pero todas dolían… todas iban a lastimarme… entonces pensé que tal vez no había una salida… una solución… una escapatoria… entonces me di cuenta que tal vez, tal vez esta era mi nueva realidad… tal vez debía tranquilizarme… aceptar este nuevo espacio, mucho mas pequeño que otros que he tenido… mucho mas difícil… porque ahí donde estaba sabía que solo estaba yo… y eso significa muchas cosas… verme… hablarme… conocerme… aceptarme ,creo la mas dura de todas… la mas dura porque era eso o irme… irme significaba dejar un día cualquiera de soportar la vida… dejar todos mis sentidos a la deriva… porque poco a poco, cada uno de estos se desvanecería… porque si yo dejara de hablarme, me olvidaría de cómo se escucha… y solo sabría que en algún momento algo entraba por mis oídos y generaba una reacción… y yo entendía… porque si yo dejara de sentirme, ya no sentiría nada, ya no sabría si estoy o no… porque el solo hecho de pasar mi lengua por mis labios sería una forma de permanecer con el sabor de algo en mí, y si dejara de hacerlo olvidaría todos los sabores que alguna vez tuve en mí… y los olores… como hacer para no aspirar mi propio perfume… y si lo hiciera, (porque no puedo aceptarme)… también dejaría en el olvido todos las esencias que alguna vez llegaron hasta mí… que tanto significaron… que si pudiera salir de ésta cárcel olería y sabría a que me recuerdan… y si lentamente cerrara mis ojos… para ya no abrirlos… la oscuridad ocuparía mi mente… y tan solo mi imaginación podría brindarme imágenes… escondidas en mí… imágenes viejas… lindas o feas… sólo imágenes… entonces pensé que no podía resignarme a perder todo esto… que la solución estaba en alguna parte de mí… y que hasta que no aprendiera a aceptarme, (la mas difícil de todas las cosas que debía hacer en este nuevo espacio), nunca encontraría la solución… porque hasta que no pudiera creer que sólo yo tenía la respuesta… y que sí, esa que había pensado era la solución, no iba poder escapar… e indefectiblemente perdería todos mis sentidos, y dejaría de ser… de existir… y mi cárcel ganaría…

1 comentario:

  1. A mi me pasaba algo parecido, hasta que Ricardo me convenció de que somos lo que somos con un propósito. Nunca estuve más feliz de ser un duende, y jamás me arrepentí de mantener cerquita las esencias que alguna vez llegaron hasta mí.

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